Besos en tu falda...

Bienvenidos a un blog en el cual si os gusta fantasear eróticamente o ponográficamente estáis en todo vuestro derecho, puesto que nosotras, desde la sensibilidad y la excitación de una mujer escribimos y creamos.

Esperemos que os guste y que disfrutéis soñando.

martes, 1 de marzo de 2011

Sexo y nada más

¿ Y si un día la lujuria llama a tu puerta?

Alessandra se abre camino entre la oscuridad de su casa. Eran ya las 2 menos veinte de la noche de un viernes, que a ella se le presentó frío y aburrido. Llamaron al timbre inesperadamente y pensó, como hubieramos pensando todos, que quién coño llamaba a su puerta aquella noche.

Era verano, así que ella llevaba unas braguitas negras deportivas y una camiseta de tirantes interior ajustada de color marron topo. Abrió y era él. Se avalanzó sobre ella, sin mediar palabra. La acariciaba y la besa sin dejarla hablar ni poder separarse de él. De hecho, cuanto más se esforzaba por quitárselo de encima más se excitaba él.

No comprendía qué pasaba, sólo que después de tanto esfuerzo se rindió y se dejo llevar por sus largos y lentos lametones en su cuello, sus caricias imprudentes por encima de su camisa y el roce de su pierna contra su intimidad.

La tumbó de una manera violenta en el sofa. La casa seguía oscura, pero él ya conocía bien su cuerpo. No paraba de rozarla, de excitarla, de lamerla y ella solo gemía suavemente. De repente, paró un momento; se colocó erguido encima de ella y le arrancó fácilmente la frágil camiseta interior. Alessandra en ese momento, tuvo que reconocer que estaba demasiado mojada como para decirle que no siguieras. Así le observo pidiéndole que le hiciera suya de una vez. Él comprendió su mirada. Comenzó a lamer su fino cuerpo pasando su lengua por el vientre y bajándole poco a poco esas braguitas, que muy sexys no eran, pero coño yo estaba durmiendo.

Terminó de desnudarla. La abrió las piernas y empezó a jugar con su entrepierna húmeda y cálidad. Alessandra comenzó a pensar que desde que lo dejaron no habia vuelto a sentir la lengua de otro hombre en su interior y se lo agradeció presionándole la cabeza contra ella. Paró un momento para desnudarse y siguió chupándola. Alessandra no podía más, y terminó con un gemido ahogado reconociendo la buena hazaña que había hecho.

Se sentó en el sofá, como un rey en su trono. Comenzó a acariciarsela mirándola, como pidiéndola que le devolviera el favor. Alessandra aceptó, y terminó con su cabeza sumergida en el gran miembro de él, que no lo recordaba tan grande. Cuando estaba apunto de culminar, el la levanto la cabeza, no con mucho cuidado, erguió su cuerpo; ella se sentía totalmente sumisa ante él y su virilidad escondida, que no sabía de donde acababa de emanar. Cuando la colocó de aquella manera, termino en su turgente pecho.

La tumbo en la mesa. Sin más se hundió en ella. No paró hasta que no le proporcionó otro orgasmo, que para ella fue uno de los mejores. Seguía impactada por la fuerza de sus embestidas, por las ganas irreconocibles de su manera de amarla. Aunque bueno en el fondo, o eso creía ella, que eso era sexo y nada más. Sexo, duro y puro.

Acabó la pasión, y una vez acabada, él se vistió y se dirigió hacia la puerta:
- ¿Y para esto me despiertas, Marco? - él rió, soltando un chulesco aire por la nariz- Sí, para eso te he despertado. Así es la ultima vez que te veo tan ardiente y desnuda. Es para no llevarme un mal recuerdo de esta ruptura.

Cerró la puerta y se fue como había venido.

La lujuria llamó a su puerta, y ella la abrió.

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