Besos en tu falda...

Bienvenidos a un blog en el cual si os gusta fantasear eróticamente o ponográficamente estáis en todo vuestro derecho, puesto que nosotras, desde la sensibilidad y la excitación de una mujer escribimos y creamos.

Esperemos que os guste y que disfrutéis soñando.

jueves, 10 de marzo de 2011

Red Lips..


“Mujer felina, desinhibida…

Mujer con ganas, con rabia…”

Sale por la noche muerta de deseo… Un vestido negro de Channel, un perfume oloroso: J’ adore de Dior, unos zapatos finos, negros de charol, con una fantástica y llamativa suela en rojo…Les chaussures de la séduction…Su labial preferido en los labios: Russian Red.

La noche estaba cargada de luces en la Gran Vía: coches, gente, movimiento, ruido, alboroto… Es la calle de Madrid que nunca duerme. Es esa calle que huele a mujer, en sí, la Gran Vía es una poderosa, alta y esbelta mujer. Así era ella, como aquella infinita calle.

Anda sola, con paso firme. Sus piernas eran largas, blancas. Su pelo oleado, rubio cobrizo. Sus ojos azules ambarinos. Sus labios…¡Ay sus labios! Eran carnosos, sensuales, rosados, pero hoy estaban teñidos de un rojo apasionado.

¿Qué buscaba esta mujer misteriosa? ¿Una noche de amor de desenfrenado? Su mente se ríe al ver que piensa en la palabra <<amor>>. Ella no quiere amor, ella quiere pasión, sabanas enredadas en sus muñecas, en su boca, en su cuerpo. Una cama blanca, impoluta, pura, para que la imaginación vuele. Y esa cama de sabanas sedosas y blanca que habita en su imaginación, se convierta de color rojo: el color de la pasión; de color fuego: el color del ardiente deseo y el calor.

Llega a un lugar – eso daba igual – donde la atmosfera grita: “Soy tu pecado…”, “Soy tu perdición…” Embelesada por el humo, el olor humano, se acerca a la barra y pide un tequila. El camarero la mira, la sonríe: “Empezamos fuerte, ¿eh? ¿Un mal día?” Se ríe para sí misma, no hay que ser mal educada, ni prepotente, pero ella lo era mucho…Era una mala mujer, era una femme fatale. Le sonríe tierna, mientras se bebe el chupito y le regala aquel vasito con la marca de sus labios. “Es lo único que te voy a regalar está noche”

La noche prosiguió, y entre aquel ambiente tórrido, caluroso, desinhibido…En definitiva, perfecto para ella y su libido, le encontró: un hombre de porte varonil, bobalicón y algo sobrio. Iba aprovecharse de él, iba manejarlo a su antojo, iba a jugar con él, a ser ella la dueña, la ama de la pasión y el deseo. Narcisistamente, le encantaba compararse con la propia Afrodita, aquella diosa del Olimpo capaz de engatusar y enloquecer a los hombres.

Se acerca. No tarda mucho en seducirle. En medio de la pista, le araña, le muerde, le besa, juega. Se ríe traviesamente. “Que mala eres, Mía”. La marca de sus labios está en el cuello de su camisa, en su cara, en sus labios… “Estoy casado”…” ¿Y ese es mi problema? A mí no me importa…aún no me has dicho que no quieres pasar un buenísimo rato conmigo, cariño…”.Vuelve a reírse.

El hombre ya en plena erección, no puede decirla que no. Al cabo de un rato, la lleva a un lujoso hotel de Gran Vía. Allí la ata, la amordaza. No tiene piedad con ella; no sabe lo que significa la sutileza. Pero aun así, Mía lo disfruta. Gime, grita, cada vez más alto, cada vez más excitada.

Culmina…

Mía sale de aquel hotel, volviéndose a pintar los labios. Era de día, y aún la Gran Vía estaba despierta, placida, enloquecida…

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