Besos en tu falda...

Bienvenidos a un blog en el cual si os gusta fantasear eróticamente o ponográficamente estáis en todo vuestro derecho, puesto que nosotras, desde la sensibilidad y la excitación de una mujer escribimos y creamos.

Esperemos que os guste y que disfrutéis soñando.

lunes, 12 de agosto de 2013

Hola de nuevo

¿Qué hay de nuevo? ¿Cómo estás? Yo echo de menos tus besos... Sí, tus besos. ¿Tú no recuerdas los míos? Pues los tuyos me atormentan y estremecen cada centímetro de mi cuerpo. Eran tan suaves a veces. Tus cálidos y rosados labios posándose en los míos, y yo dejándome llevar por ese sonido de silencio y locura, que me llevaba a otro lugar. Otros eran menos delicados, con un toque de picardia, sin llegar a ser violentos. ¿Te acuerdas? Cuando metía lentamente la punta de mi lengua en tu boca, tú ya sabías que iba a ocurrir, y me parabas, pero sabías perfectamente que querías: me querías a mi. Y yo seguía. Seguía besando tu boca, como si fuera una droga, como si nunca quisiera que parara ese frenesí, esa excitación comedida. Se hacían sonoros esos besos, y mientras te besaba, habían leves gemidos, y jadeos... Los recuerdo tan deliciosos... ¿Y cuándo la cosa iba tomando temperatura? ¿Aún no recuerdas? Yo sí. Te tiraba del pelo, o tú a mi, y tu lengua se entrelazaba con la mía por completo y jugaban a enredarse y la saliva empezaba a aumentar y conseguía mancharnos las bocas. Hasta que los besos se convertían en una coreografía descontrolada en la que ya no sabías donde poner tu mano, donde colocar tu lengua...Tu lengua... Tan mojada, tan suave, tan juguetona...La echo de menos. Y con ella toda tu boca: tus labios rosados, carnosos, grandes. Por echar de menos, echo de menos hasta tus dientes. Su manera de mordemer, de arañarme, de someterme. Me encantaba cuando te violentabas, eso indicaba excitación y yo me volvía presa de ti... Quiero volver a sentirme prisionera de todo eso. ¿Sabes una cosa? Sólo eran tus besos, solamente ellos los que conseguían ganar la batalla de mis emociones. Sólo ellos podían excitarme, simplemente con un beso tuyo tenías el control de mi mente y de mi cuerpo. No sé si deseo seguir sintiendo eso, pero aún así, cuando lo recuerdo se me dibuja una sonrisa. Vuelve a mi memoria todos aquellos momentos en los que nos fundiamos en un mismo cuerpo y jadeamos de placer, de mucho placer... Te deseo, por siempre tuya...

martes, 11 de septiembre de 2012

Delirios de un amor colérico y apasionado

Celos, ira, desconsuelo, desazón, terror, odio...pero mucha pasión. Llegan de su bar habitual y se desnudan, sin mediar palabra. Uno de ellos piensa: “¿Qué hago? ¡Cuánto calor!” El otro continua con su pensamiento: ¡Joder, pero porque tengo tanto calor!”. Es lógico que tengáis calor amigos, es lo que tiene una noche de alcohol, una acalorada discusión, y un tremendo morreo en el portal. Siguen hacia la cama; todo se cae. Antes, uno le para al otro para empotrarle contra la pared, y le hace daño en la espalda, pero no parece importale. Caen al suelo; se siguen besando desenfrenadamente. Se acarician, las caricias se convierten en arañazos. Los besos en mordiscos. Los roces con su lengua son lametones. Suena un teléfono: lo ignoran o es que ni lo oyen. Era la llamada inoportuna de un amigo que los necesitaba a los dos porque acaba de discutir con su pareja, pero a ellos la verdad que no les importaba nada más que sus cuerpos. Porque aunque hubiera sentimiento entre ambos, eso mismo no importaba ahora. Sólo se notaba el deseo; deseo frenético, alocado, incontrolado, abarullado. Uno para, el otro le presiona para seguir y de repente pregunta: Marco, pero, ¿qué cojones estamos haciendo? Se supone que tú y yo... Marco le calla poníendo su mano suave en su cuello. Leo se estremece, le gusta que le someta con tanta facilidad. Pero vuelve a decir: Marco, no, para. Marco se sonríe y le presiona un poco más mientras lame su cara. En ese momento Marco piensa: “Quiero parar. Odio a este chico..Me ha hecho tantísimo daño. Ha sido tan egoísta...pero...me sigue poniendo tanto”. Leo en un arrebato de furia, le empuja contra la puerta de su cuarto y la abre de malas maneras y le sienta en la cama. Los detalles de aquel momento no son necesarios. Diremos que fue sucio, salvaje, acalorado y doloroso. Que cada uno piense lo que quiera. Pero todos hemos tenido estos reencuentros por despecho, son placenteros, pero acaban siendo amargos, luego. Leo termino. Marco también. Leo le echó; no quiso saber nada más de él. Se aprovechó, lo utilizó, pensó. La maraña de sentimientos le volcó el corazón; último suspiro, después de tantas lagrimas y sollozos. Durmió. Maraña, maraña...maraña de sentimientos....Deseo, pasión, miedo, agobio, despecho...Cuanto odio sentir todo esto...en última estancia diré que entre los dos había amor...Ya no.

lunes, 6 de febrero de 2012

Algo diferente...Sangre



"Sangre, sangre, sangre..."

Es lo único que sonaba en mi cabeza. La sed se estaba apoderando de mis venas, de mis dedos,de mis brazos, de mis entrañas...Necesitaba beber y lo necesitaba ya. Me levanté de aquella cama sedosa y aterciopelada, de sabanas blancas y una preciosa manta bordada con mi nombre en una de las esquinas de ésta, de un color rojo carmesí; igual que el color de mi sangre: brillante y carmesí.

La habitación se hallaba totalmente cerrada: persianas bajadas hasta no entrar el mero resquicio de luz. Cuando me levanté a abrir la ventana, y por lo tanto, a subir la persiana, vi la luna llena, plena, entera, ante mi y pensé: “Denis, cuando frenesí para mis amigos los lobos”.
No me entretuve mucho más a hacer las cosas que corresponden cuando uno se levanta recien de la cama, puesto que la sed me golpeaba en el pecho y se hacía insoportable. No comprendo porqué sentía tantísima sed aquella noche; nunca antes me había pasado. Sólo sé que la tenía y que tenía que apagarla, y que mi primera victima sufriría tal placer y tanto éxtasis que solamente de imaginármelo yo ya me estremecía.

Salí a la calle. Era una noche agradable, embriagadora. El aire cargado del ambiente abrumaba mis sentidos y yo me dejaba llevar por aquel olor a vida que reinaba en la atmósfera. La gente pasaba a mi lado, me miraban, siempre me han mirado. Igual es mi color pálido, mis ojos color purpura, la belleza sobrenatural que la vida eterna me otorgaba, pero la mayoría de la gente sabiendo que no era mortal se acercaban a mi, y es que...La curiosidad mató al gato.

A lo lejos vi un muchacho. Tierno, joven, dulce, de pelo negro. Aprecie desde la distancia todos sus pensamientos que recorrían su mente de una manera alocada, frenetica. Pense: ¡Ah, que dulce y apetecibles me resultan sus 17 años!

Andaba hacía su casa. En sus auriculares tronaba una música fuerte, como la que escuchan la mayoría de jóvenes en esta época; yo siempre he sido más de violines y pianos. Le seguía. Apenas se percataba de que le estaba yendo detrás. Se tropezó, y me acerque a cogerle rápidamente. Él no sabía como había llegado hasta allí:

Gracias...- su voz penetró en mis oidos como un susurro pueril. Ese mismo instante quise poseerlo.
No me las des, muchacho, no se merecen...- Me sonrió. Su sonrisa era blanca, pura, inocente...Era perfecto. Yo necesitaba un compañero y él iba a ser el mio eternamente.

Llegamos a mi casa. No me preguntéis cómo supe llevarle hasta allí, pero después de tantos años de caza, un cazador sabe dónde y cómo debe y puede atacar a su victima. Le hable de tantas cosas a mi pequeño Eugine: de mi vida, del mundo, de las guerras que habían sucedido en 200 años...Fascinado ante mis relatos, se percató en una milésima de segundo que cómo alguien tan joven (o al menos esa era mi apariencia), podría hablar te tantas cosas como si las hubiera vivido. No quise responder a sus pensamientos lógicos, simplemente me acerqué a su cuello. Noté como su corazón latía con fuerza, como la arteria de su cuello se iba llenando. Estaba tan excitado ante aquello...Lamí su cuello. Él sintio placer, nunca había sentido algo así...Inocente criatura. Acaricie su muslo por dentro y mordí su cuello. Su sangre tan dulce y caliente golpeo mi paladar, y cuando note ese regusto a sangre viva, apreté su muslo con fuerza. Él cogió mi cabello con ganas, con rabia, deseaba que lo poseyera, que lo hiciera mio. Quité mi boca de su suave y adorable cuello y susurre en su oído:

Pequeño Eugine, serás mio eternamente, para siempre...¿Lo deseas así?
¿Cómo te llamas? Creo que tengo derecho a saberlo, vampiro...

Odié como sonó la palabra <> en su boca, pero a la vez sentí amor por ese muchacho. Noté que al morderle se convirtió en otro ser, un ser adulto, sin inocencia: se fundió conmigo; no pude resistirme a tal espectáculo:

Me llamo Denis
El mismo acerco mi cabeza a su cuello para que siguiera mordiendo. Yo solo le lamí la herida de la cual aún brotaba su deliciosa vida. Ambos necesitábamos el uno del otro. Me separé de él y le miré a los ojos. Mordí mi muñeca mirandole y se la acerque a la boca. El como un cachorro bebio de mi herida.

Pasaron unas horas hasta que se convirtió en el ser más hermoso que yo había visto. Su pelo era negro, brillante, sus ojos color esmeralda muy muy claro, sus labios eran rosados y su piel palida como la nieve. Hermoso. Me enamoré de él y lo mejor, es que Eugine ya lo estaba de mi. Me acerqué despacio, le tendí en la cama y le besé. Su sed le hacía morderme y jugar con mi sangre mientras nos amábamos. Yo disfrutaba de aquello, y sabría que podría hacerlo eternamente.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Problemas en mi cabeza y dos ángeles entre mis piernas

Eran las 2 de la madrugada de un viernes cualquiera de ese caluroso y vacio mes de agosto en una ciudad como es Madrid. Estaba sentado en la barra de aquel garito donde la música y el buen ambientillo pasaban desapercibido tras mis espaldas. A mí no me importaba nada, solo estaba enfrascado en mis pensamientos. Ya podría sonar el mejor temazo del mundo, que allí estaba yo, dándole vueltas a los hielos de mi ron con coca-cola. Los pensamientos en mi cabeza giraban igual que los hielos en esa copa: pesada y entrecortadamente. Aún me seguía preguntando a mí mismo por qué cojones se me habría ocurrido pedirle matrimonio a esa monada que tenía por novia desde hace tres meses. Joder, Leticia…eras estabilidad para mí…soñaba que juntos sería todo perfecto…para siempre…

¿Qué cojones? Si estuviese en su lugar también hubiese respondido que no, pero… ¿Lo de cortar la relación a que vino? La había cagado, pero de ahí a cortar con todo…

Mientras seguía rayándome sobre mi recientísima situación sentimental, una morenaza de infarto se posicionó a mi lado en la barra. –“Un vodka con naranja, por favor”- pidió con voz de súplica y sensualidad. La miré como quién mira a una diosa… ¡Qué pechos, qué caderas, qué piernas más largas!.. Y ella me devolvió la mirada; azul, penetrante, terriblemente sexy…

-Hola, ¿nos conocemos? –Juré que si volvía a ver esos jugosos labios dirigirse a mí, me lanzaría a comérselos sin ningún tipo de consideración. –No-, conteste con una voz pastosa, debido al calor que me estaba causando esa situación y el dolor que me provocaba la erección dentro de mi pantalón.

-Bueno, eso tiene arreglo… Me llamo Lola, y estoy aquí con mi amiga… ¡Clara, ven!- Al momento apareció una castaña de ojos marrones, con unas curvas sinuosas como caderas, y unos pechos pequeños pero bien posicionados. Las dos en conjunto parecían sacadas de una clase de universidad: muy monas, con caritas de niñas pero cuerpos de escándalo, muy bien vestidas, jovencitas de entre 20 y 25 años… Sé que un caballero como yo, con 30 años recién cumplidos, no debería decirlo, pero las tías como ellas me ponían a mil… tal sería la imagen que olvidé de inmediato la negativa que Leticia me hizo tres horas antes…

-Somos nuevas en la ciudad, y estamos buscando experiencias nuevas- Contestó la castaña con una mirada de lujuria acercándose a mi oído - ¿Nos ayudas?-

-Claro, como no…- Desde ese momento todo empezó a acelerarse: copa tras copa, los tres bebíamos, hablábamos, decíamos picardías… En esos momentos, la verdad, les agradecía que me estuviesen ayudando a pasar por ese bache de mi vida sin ellas proponérselo, pero no seria lo único que tendría que agradecer…

Pasaba el tiempo, y llego la hora de cerrar el bar. “Sigamos en nuestra casa, esta amistad solo está comenzando” escuche de una de sus bocas (el ron no me deja recordar de cuál de las dos). Subimos a un pisito ubicado cerca del bar, a dos o tres calles. Era pequeño y acogedor, pero contaba con una cama enorme y espaciosa de matrimonio. Bastantes copas después, la morenaza llamada Lola habló:

-Seamos sinceros, tengo ganas de follar. Tengo ganas de ser jodidamente mala y sucia…- Dirigió una mirada pícara a Clara y después me miraron las dos a la vez. Sin comerlo ni beberlo me encontraba a punto de realizar una de las fantasías eróticas más deseadas por cualquier hombre: me iba a tirar a dos pipiolas yo solito… “Soy un jodido crack” pensé para mis adentros… pero mi lengua decidió actuar con esa caballerosidad con la que mi padre me crió…

-Señoritas, creo que el alcohol está hablando por vosotras… No creo que os guste hacer lo que proponéis, y más conmigo, un desconocido que habéis conocido esta noche…Siento arruinaros la fiesta, pero…-

No me dejaron acabar la frase, ya se encontraban a la altura de mi paquete, dispuestas a degustar por turnos mis 19 cm de virilidad… Y como engullían las muy cerdas… Comían y comían hasta el fondo, primero lentamente y cada vez más y más rápido, hasta que no pude aguantar...

-Mmm… nos has puesto perdidas de leche…- Escuche como a lo lejos a una Lola totalmente poseída por la lujuria… - Es el momento de ponerte los dientes largos….-

Dicho y hecho: Lola y Carla empezaron a besarse con pasión, desenfreno, a quitarse esas faldas ajustadas que parecen cinturones y esas braguitas tan mojadas y calientes como lo estaba yo. La mano de Carla bajó por la cintura de Lola hasta colarse en su interior y moverse con rapidez… ¡Qué gemidos! Sentado desde el sofá no podía sino pedir a gritos que alguna se subiese ya encima mía.

La primera fue Carla. Al penetrarla sentía como una oleada de frescor mezclada con su perfume de vainilla. Se movía grácilmente y con energía. Sus gemiditos no hacían más que ponerme más cachondo si se podía. Era como follarse a una virgen. Qué placer… Mientras, Lola se dedicaba a coger mi mano derecha y meterla en su más profunda intimidad… dios, que calorcito y comodidad pude sentir en mis dedos… los movía al mismo ritmo que Carla botaba en mi pelvis… Se convirtió en una danza loca y pasional en la que los tres gemíamos, nos extasiábamos.

No sé en qué momento pasó, pero el cabalgueo energético de Carla dio paso al culito respingón de una experimentada Lola. La cogí por la cintura y empecé a atraerla hacia mi pelvis con toques secos y profundos, acompañados por grititos y un vaivén de todo su cuerpo… No me lo podía creer…jamás había echado unos polvos tan buenos como lo estaba haciendo en ese momento… Mientras seguía entrando con fuerza en Lola, noté una lengua húmeda pasearse entre aquello que salía y entraba en ese cuerpo de infarto… Carla estaba disfrutando a su manera…. El calor, la humedad, la intensidad… todo se unió para dar paso a dos orgasmos que llegaron como un torrente… Acabé extasiado y cansado por todo el ejercicio que había hecho en tan poco tiempo. Pero volvería a repetir, no sabéis cuantísimo placer… Caí dormido en esa cama entre esos dos pecados que eran esos cuerpos…

La noche acabó como acaban todas, dando paso al amanecer entre los medianos edificios de Madrid. Me vestí y salí de ese pisito céntrico, dejando a esas dos desconocidas joyas para el porno, dormidas y desnudas en esa cama de matrimonio que anteriormente se había convertido en un circo romano. Respiré el frescor mañanero con una sonrisa en los labios mientras me deponía a mirar por primera vez en toda la noche la pantalla de mi móvil. 17 llamadas perdidas y un SMS de parte de Leticia: “Lo siento amor, lo he pensado y si que quiero casarme contigo. Espero que todavía sigas queriendo hacerlo. Vuelve pronto, por favor. Te quiero.” Mi sonrisa se convirtió en una carcajada; mientras metía el móvil en mi bolsillo y colocaba la chaqueta de mi traje en mi hombro, en mi cabeza solo podía repetirse una frase:

“¡¡Gracias Dios por ayudarme a esquivar esa bala!!”.

Veronica...


Verónica era una chica bastante atractiva. Su melena era de color negro azabache y larga; le llegaba un poco más abajo de la cintura. Sus piernas, al igual que su pelo, eran también muy largas, de esas piernas en las que estás encantado de perderte en ellas. Su piel era muy blanca, muchísimo, pero no un blanco enfermizo, sino un blanco vampiresco.

La conocí de compras, en una tienda bastante concurrida ( no voy a hacer publicidad, si me pagaran todavía ). El caso es que ella estaba mirando camisetas básicas de colores. Aquel día llevaba unos shorts vaqueros, puesto que hacia un calor infernal, y una camiseta corta blanca con un bonito estampado. En sus pies portaba unas cuñas negras que le hacían muchísimo más esbelta. Me acerqué a su lado. Era un poco estúpido ya que yo no me iba a comprar ropa de mujer, pero bueno, me acerqué. La miré de arriba abajo, recorriendo cada curva de su maravilloso cuerpo. Sus pechos sobresalían de su figura y siguiendo esa curva, se dibujaba un vientre plano, en el cual mi lengua quería jugar. Ella notó como la observaba, con ganas, con lujuria. Sonrió, y me hizo un gesto para que le acompañara a los probadores.

Se ve que a Verónica le ponía ese jueguecito de intercambiar roles así que me dijo que me hiciera pasar por su novio para así poder pasar con ella dentro. Yo acepte, a mi también me parecía interesante la idea. Entre con ella. Mientras tanto ella me enseñaba como le quedaba la ropa y yo pensando: "Si lo que quiero es quitarsela". Yo iba asintiendo y sonriendola, diciéndola que todo le sentaba de maravilla (¿Qué buen novio soy, verdad?). Miré a mi izquierda, donde se encontraba la chica que cuidaba los probadores. Cuando la vi despistada, aproveché y me metí con Verónica en el probador. La empotré contra el cristal y empece a besar su cuello, mientras que con mis manos recorría todo su cuerpo. Ella bajo sus manos por mi vientre y comenzó a acariciar mi miembro, que ya comenzaba a ponerse contento, por encima de los pantalones. Una vez ya calientes, empecé a quitarle los pantalones. Me agache y acaricié su entrepierna que ya estaba bastante húmeda, y la lamí por encima de sus braguitas, que eran bastante sexys.

Y en fin, que deciros, Verónica era fogosa, ardiente, traviesa, juguetona...Pero no fue de mis mejores polvos, pero evidentemente, lo disfrute muchísimo, porque el juego de roles ya me había excitado bastante. Terminamos aquella apasionada velada y cada uno siguió sus caminos.

FIN.

Vaya, ¿no pensareis que todo esto acaba con un simple, verdad? Igual si, porque no se que tipo de reflexión puede sacar uno de tener sexo esporádico cuando le apetece. Simplemente os digo que es bueno disfrutar del sexo sin compromiso; es divertido, es lujurioso, es sucio, es excitante, pero siempre es vacio. He replanteado buscarme una pareja, tener hijos, un perro...Vamos, una vida muy típica...¡No! En realidad, no. Sólo te digo: disfruta de tu cuerpo, es sólo tuyo. Y nadie tiene derecho a decir cómo o no tienes que vivir tu vida. Para ser feliz intenta siempre hacer lo que te gusta y cuando el cuerpo te lo pida. Sino lo haces así, acabaras sintiendote un fracasado o no vivirás en paz contigo mismo. En definitiva: el sexo es vida, señores.

martes, 27 de septiembre de 2011

Giorgina...


Cuando me levanté aquella mañana, entraba muchísima luz por la ventana y sentía un cálido roce cerca de mis piernas. Abrí los dos ojos despacio y mire al frente. Me encontré un vientre plano, con una ligera curva perfecta y en el ombligo un piercing. Seguí bajando mi vista y en los laterales superiores de la pelvis, en ambos, se dibujaban unos hermosos tatuajes en forma de rosa con espinos. Levanté mi mirada y vi unos hermosos pechos redondos, voluminosos, de pezón pequeño y sobre ellos dos alas de ángel tatuadas. Seguí mirando hacia arriba y mis ojos vieron una preciosa cara de niña angelical, pero en sus ojos y en su boca se esbozaba una sonrisa picara y tentadora.

Nunca, en todo lo que llevo de vida y acostándome con mujeres, me habían susurrado un "buenos días" tan dulce y tierno como aquel. En ese mismo momento en el cual me dedicaba ese susurro, acaricié sus costados despacio, y la giré para yo quedar encima de ella. La comencé a besar despacio con una mano en su pecho mientras mis dedos jugaban con su pezón. Baje a por su cuello; era esbelto, sedoso, muy sexy. Lo mordisqueaba, lo lamía, dejaba que mi aliento se perdiera en él. Ella se reía traviesa, mientras jugaban sus uñas por mi espalda. La volví a besar y me levanté. Ella, como es lógico, me miró extrañada y yo simplemente, la dediqué mi mejor sonrisa y me dirigí a la ducha. Y muchos pensaréis: ¿Eres idiota, Derek? Pero no, amigos, no lo soy. Sólo que no me apetecía hacer el coito de nuevo de buena mañana. Y seguiréis pensando: ¿Eres idiota, Derek? Llamarme lo que queráis, pero después de leer unas cuantas de mis historias veréis que al que le gusta llevar las riendas de las cosas es a mi, no dejo que ellas acaben seducíendome o enamorándome. Y casi que Giorgina lo hizo.

¿Cómo era Giorgina? Era una chica recatada, de aquellas de las que tanto gustan. De aquellas que son modosas, pero luego en la cama...en fin, son una delicia. Iba tatuada, ya lo he dicho antes, y sus tatuajes estaban en zonas que sólo podían ver y lamer los más afortunados. Me ponían muchísimo sus dos rosas y sus alas de ángel (aunque de angelito lo que yo). A mi parecer tenia un cuerpo agresivo, pero muy sexy y ella también lo era. Estuvo toda la noche encima de mi, cabalgándome y señores, espero que penséis como yo, pero ese es el grandioso polvo en donde ella esta encima tuya y tu observas como goza sin tu hacer nada, viendo como se balancean y mueven sus pechos. Observando su cara de excitación, como se acaricia, como juega con ella misma, como si tu no estuvieras, pero estás, que es lo mejor.

Así fue mi noche con Giorgina: intensa, dura, salvaje, estimulante...perfecta. Me enamoró su manera tan fina de comportarse tras esa camiseta blanca bien ceñida y unos vaqueros bajos que dejaban ver el inicio de sus dos rosas. Trabajaba en un bar de noche de esos en los que antes había mucho humo (ahora con esta dichosa ley). La vi y la entré, no pude evitar excitarme y sentir un cosquilleo en mi entrepierna al ver su cara y sus hermosos pechos. La esperé a que saliera de trabajar y sin más me llevo a su apartamento y allí, perdonarme la expresión (que chorradas digo) FOLLAMOS, sí, sí con mayúsculas: FOLLAMOS. ¡Qué placer! ¡Cómo me ponen las chicas que las matan callando! Tanto, que cuando me susurro buenos días por la mañana, quise morir porque no sólo me dio un cosquilleo en el pene, sino que también en la tripa, y llamarme cobarde, pero es que servidor le tiene miedo al amor. Por eso me levanté, me duché y cuando salí de la ducha la iba a besar, pero ella me rechazó el beso, yo la miré y la dije: "te quiero". Y me fui dejándola sin más.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Helga...


La historia de Helga es bastante curiosa. Os voy a contar: Yo, ya sabeís que soy relaciones publicas de una buena empresa. Por consiguiente, viajo mucho. Helga y yo vivimos en la misma ciudad, pero como el mundo es un jodido pañuelo nos tuvimos que encontrar en Alemania.

Helga, ya os dije que era una bonita chica de piel blanca, ojos azules, labios rosados, mejillas sonrosadas...La perfecta alemana aria. Sus padres, lo dije finamente antes, pero sus padres son unos nazis de mierda. Con lo cual, la niña han intentado educarla a la antigua usanza. Y ahora bien, ¿por qué creéis que se todo esto? Porque uno, aparte de ser relaciones públicas es un gran actor y un gran escucha...Bueno, lo de actor sí, lo del escucha...Mas bien, es que puse el oído en una conversación ajena.

Procedo a contaros el día que la vi: Yo estaba en un bonito café en aquella ciudad llamada Berlin. Ella estaba en una mesa que estaba justo al lado mia, o mejor dicho: su espalda estaba pegada a mi espalda. Se encontraba con una amiga y estaba contándole las maravillosas experiencias de Erasmus que había tenido: Alcohol, sexo...Con el sexo tiro para rato la tía...¡Se había pasado por los bajos a media facultad! Que sí Alberto, que si Raúl, que Jose, que si David, que si Edgar...¡Vaya con la represión! Es lo que tiene tener reprimida a una niña demasiado bonita como para no ser deseada y desear.
Siguió con su historia y yo, como no, quise que también me añadiera a su lista.

Cuando su amiga se fue al baño, yo me senté en su mesa. Me miro, la miré y la pregunte si en alguna de esas historias había practicado sexo sucio y explícito en un baño público. Ella con una sonrisa tímida, pero traviesa, me dio una respuesta negativa. Yo simplemente la mire y me levanté hacia el baño. Y podéis pensar: pero vamos a ver flipado, ¿tú que te piensas? ¿Qué cualquier chica puede estar a tu disposición cuando tu quieras y que va a ir al baño así sin más? Pues amigos míos, muchos son los llamados, pero pocos son los elegidos. Y a mi Dios ( o Ala, Buda...o Perico el de los Palotes ) me dio ese don de saber tener un lenguaje corporal esquisito para saber conquistar a una mujer simplemente con mirarla.

Sí, vino al baño...¿Queréis saber como fue, no? Fue muy sucio, muy lascivo, muy...guarro (como a mi me gusta). Nada más llegar, me metió en uno de esos baños individuales, me sentó en la taza del water y ella se puso encima. Comenzó a moverse con movimientos serpenteantes y circulares mientras yo manoseaba sus hermosos pechos. Eran blancos, con forma de lagrima, con un pezón adapatado a sus apetecibles pechos. Seguimos jugando a la provocación, ya que Helga era muy provocativa y juguetona...(Envidiarme..)Se lo hice de todas las maneras que se pueden hacer en 10 metros cuadrados (más o menos, supongo): sentada en el water, contra la pared...La quise practicar un bonito cunnilingus, pero ella prefirió darme placer a mi practicándome una perfecta y salibosa felación. Que técnico me he puesto de repente...En fin, terminamos satisfechos y sudorosos. Mientras ella se vestía yo la iba observando desde el water como si aquello fuera un gran sofá...Me terminé de vestir, me levanté y le pedí su número de télefono. Eso no queda ni habitual ni bien en mi, porque son casi siempre ellas las que quieren repetir, pero esta vez Helga...Helga cautivo mi entrepierna como ninguna mujer lo había hecho antes. Y mira, que he estado con muchas mujeres en mi vida (diría cientos, pero ya mi imagen es de demasiado narcisismo; no me molesta), pero Helga...Igual era el morbo de una niña alemana, la cual sus padres eran nazis y su hija les estaba saliendo una guarra descontrolada. ¡Uh, qué comentario! Así que me apetecía probarla bastantes veces y así es...De hecho, sigo quedando con ella para follármela.