Besos en tu falda...

Bienvenidos a un blog en el cual si os gusta fantasear eróticamente o ponográficamente estáis en todo vuestro derecho, puesto que nosotras, desde la sensibilidad y la excitación de una mujer escribimos y creamos.

Esperemos que os guste y que disfrutéis soñando.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Problemas en mi cabeza y dos ángeles entre mis piernas

Eran las 2 de la madrugada de un viernes cualquiera de ese caluroso y vacio mes de agosto en una ciudad como es Madrid. Estaba sentado en la barra de aquel garito donde la música y el buen ambientillo pasaban desapercibido tras mis espaldas. A mí no me importaba nada, solo estaba enfrascado en mis pensamientos. Ya podría sonar el mejor temazo del mundo, que allí estaba yo, dándole vueltas a los hielos de mi ron con coca-cola. Los pensamientos en mi cabeza giraban igual que los hielos en esa copa: pesada y entrecortadamente. Aún me seguía preguntando a mí mismo por qué cojones se me habría ocurrido pedirle matrimonio a esa monada que tenía por novia desde hace tres meses. Joder, Leticia…eras estabilidad para mí…soñaba que juntos sería todo perfecto…para siempre…

¿Qué cojones? Si estuviese en su lugar también hubiese respondido que no, pero… ¿Lo de cortar la relación a que vino? La había cagado, pero de ahí a cortar con todo…

Mientras seguía rayándome sobre mi recientísima situación sentimental, una morenaza de infarto se posicionó a mi lado en la barra. –“Un vodka con naranja, por favor”- pidió con voz de súplica y sensualidad. La miré como quién mira a una diosa… ¡Qué pechos, qué caderas, qué piernas más largas!.. Y ella me devolvió la mirada; azul, penetrante, terriblemente sexy…

-Hola, ¿nos conocemos? –Juré que si volvía a ver esos jugosos labios dirigirse a mí, me lanzaría a comérselos sin ningún tipo de consideración. –No-, conteste con una voz pastosa, debido al calor que me estaba causando esa situación y el dolor que me provocaba la erección dentro de mi pantalón.

-Bueno, eso tiene arreglo… Me llamo Lola, y estoy aquí con mi amiga… ¡Clara, ven!- Al momento apareció una castaña de ojos marrones, con unas curvas sinuosas como caderas, y unos pechos pequeños pero bien posicionados. Las dos en conjunto parecían sacadas de una clase de universidad: muy monas, con caritas de niñas pero cuerpos de escándalo, muy bien vestidas, jovencitas de entre 20 y 25 años… Sé que un caballero como yo, con 30 años recién cumplidos, no debería decirlo, pero las tías como ellas me ponían a mil… tal sería la imagen que olvidé de inmediato la negativa que Leticia me hizo tres horas antes…

-Somos nuevas en la ciudad, y estamos buscando experiencias nuevas- Contestó la castaña con una mirada de lujuria acercándose a mi oído - ¿Nos ayudas?-

-Claro, como no…- Desde ese momento todo empezó a acelerarse: copa tras copa, los tres bebíamos, hablábamos, decíamos picardías… En esos momentos, la verdad, les agradecía que me estuviesen ayudando a pasar por ese bache de mi vida sin ellas proponérselo, pero no seria lo único que tendría que agradecer…

Pasaba el tiempo, y llego la hora de cerrar el bar. “Sigamos en nuestra casa, esta amistad solo está comenzando” escuche de una de sus bocas (el ron no me deja recordar de cuál de las dos). Subimos a un pisito ubicado cerca del bar, a dos o tres calles. Era pequeño y acogedor, pero contaba con una cama enorme y espaciosa de matrimonio. Bastantes copas después, la morenaza llamada Lola habló:

-Seamos sinceros, tengo ganas de follar. Tengo ganas de ser jodidamente mala y sucia…- Dirigió una mirada pícara a Clara y después me miraron las dos a la vez. Sin comerlo ni beberlo me encontraba a punto de realizar una de las fantasías eróticas más deseadas por cualquier hombre: me iba a tirar a dos pipiolas yo solito… “Soy un jodido crack” pensé para mis adentros… pero mi lengua decidió actuar con esa caballerosidad con la que mi padre me crió…

-Señoritas, creo que el alcohol está hablando por vosotras… No creo que os guste hacer lo que proponéis, y más conmigo, un desconocido que habéis conocido esta noche…Siento arruinaros la fiesta, pero…-

No me dejaron acabar la frase, ya se encontraban a la altura de mi paquete, dispuestas a degustar por turnos mis 19 cm de virilidad… Y como engullían las muy cerdas… Comían y comían hasta el fondo, primero lentamente y cada vez más y más rápido, hasta que no pude aguantar...

-Mmm… nos has puesto perdidas de leche…- Escuche como a lo lejos a una Lola totalmente poseída por la lujuria… - Es el momento de ponerte los dientes largos….-

Dicho y hecho: Lola y Carla empezaron a besarse con pasión, desenfreno, a quitarse esas faldas ajustadas que parecen cinturones y esas braguitas tan mojadas y calientes como lo estaba yo. La mano de Carla bajó por la cintura de Lola hasta colarse en su interior y moverse con rapidez… ¡Qué gemidos! Sentado desde el sofá no podía sino pedir a gritos que alguna se subiese ya encima mía.

La primera fue Carla. Al penetrarla sentía como una oleada de frescor mezclada con su perfume de vainilla. Se movía grácilmente y con energía. Sus gemiditos no hacían más que ponerme más cachondo si se podía. Era como follarse a una virgen. Qué placer… Mientras, Lola se dedicaba a coger mi mano derecha y meterla en su más profunda intimidad… dios, que calorcito y comodidad pude sentir en mis dedos… los movía al mismo ritmo que Carla botaba en mi pelvis… Se convirtió en una danza loca y pasional en la que los tres gemíamos, nos extasiábamos.

No sé en qué momento pasó, pero el cabalgueo energético de Carla dio paso al culito respingón de una experimentada Lola. La cogí por la cintura y empecé a atraerla hacia mi pelvis con toques secos y profundos, acompañados por grititos y un vaivén de todo su cuerpo… No me lo podía creer…jamás había echado unos polvos tan buenos como lo estaba haciendo en ese momento… Mientras seguía entrando con fuerza en Lola, noté una lengua húmeda pasearse entre aquello que salía y entraba en ese cuerpo de infarto… Carla estaba disfrutando a su manera…. El calor, la humedad, la intensidad… todo se unió para dar paso a dos orgasmos que llegaron como un torrente… Acabé extasiado y cansado por todo el ejercicio que había hecho en tan poco tiempo. Pero volvería a repetir, no sabéis cuantísimo placer… Caí dormido en esa cama entre esos dos pecados que eran esos cuerpos…

La noche acabó como acaban todas, dando paso al amanecer entre los medianos edificios de Madrid. Me vestí y salí de ese pisito céntrico, dejando a esas dos desconocidas joyas para el porno, dormidas y desnudas en esa cama de matrimonio que anteriormente se había convertido en un circo romano. Respiré el frescor mañanero con una sonrisa en los labios mientras me deponía a mirar por primera vez en toda la noche la pantalla de mi móvil. 17 llamadas perdidas y un SMS de parte de Leticia: “Lo siento amor, lo he pensado y si que quiero casarme contigo. Espero que todavía sigas queriendo hacerlo. Vuelve pronto, por favor. Te quiero.” Mi sonrisa se convirtió en una carcajada; mientras metía el móvil en mi bolsillo y colocaba la chaqueta de mi traje en mi hombro, en mi cabeza solo podía repetirse una frase:

“¡¡Gracias Dios por ayudarme a esquivar esa bala!!”.

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