Besos en tu falda...

Bienvenidos a un blog en el cual si os gusta fantasear eróticamente o ponográficamente estáis en todo vuestro derecho, puesto que nosotras, desde la sensibilidad y la excitación de una mujer escribimos y creamos.

Esperemos que os guste y que disfrutéis soñando.

martes, 27 de septiembre de 2011

Giorgina...


Cuando me levanté aquella mañana, entraba muchísima luz por la ventana y sentía un cálido roce cerca de mis piernas. Abrí los dos ojos despacio y mire al frente. Me encontré un vientre plano, con una ligera curva perfecta y en el ombligo un piercing. Seguí bajando mi vista y en los laterales superiores de la pelvis, en ambos, se dibujaban unos hermosos tatuajes en forma de rosa con espinos. Levanté mi mirada y vi unos hermosos pechos redondos, voluminosos, de pezón pequeño y sobre ellos dos alas de ángel tatuadas. Seguí mirando hacia arriba y mis ojos vieron una preciosa cara de niña angelical, pero en sus ojos y en su boca se esbozaba una sonrisa picara y tentadora.

Nunca, en todo lo que llevo de vida y acostándome con mujeres, me habían susurrado un "buenos días" tan dulce y tierno como aquel. En ese mismo momento en el cual me dedicaba ese susurro, acaricié sus costados despacio, y la giré para yo quedar encima de ella. La comencé a besar despacio con una mano en su pecho mientras mis dedos jugaban con su pezón. Baje a por su cuello; era esbelto, sedoso, muy sexy. Lo mordisqueaba, lo lamía, dejaba que mi aliento se perdiera en él. Ella se reía traviesa, mientras jugaban sus uñas por mi espalda. La volví a besar y me levanté. Ella, como es lógico, me miró extrañada y yo simplemente, la dediqué mi mejor sonrisa y me dirigí a la ducha. Y muchos pensaréis: ¿Eres idiota, Derek? Pero no, amigos, no lo soy. Sólo que no me apetecía hacer el coito de nuevo de buena mañana. Y seguiréis pensando: ¿Eres idiota, Derek? Llamarme lo que queráis, pero después de leer unas cuantas de mis historias veréis que al que le gusta llevar las riendas de las cosas es a mi, no dejo que ellas acaben seducíendome o enamorándome. Y casi que Giorgina lo hizo.

¿Cómo era Giorgina? Era una chica recatada, de aquellas de las que tanto gustan. De aquellas que son modosas, pero luego en la cama...en fin, son una delicia. Iba tatuada, ya lo he dicho antes, y sus tatuajes estaban en zonas que sólo podían ver y lamer los más afortunados. Me ponían muchísimo sus dos rosas y sus alas de ángel (aunque de angelito lo que yo). A mi parecer tenia un cuerpo agresivo, pero muy sexy y ella también lo era. Estuvo toda la noche encima de mi, cabalgándome y señores, espero que penséis como yo, pero ese es el grandioso polvo en donde ella esta encima tuya y tu observas como goza sin tu hacer nada, viendo como se balancean y mueven sus pechos. Observando su cara de excitación, como se acaricia, como juega con ella misma, como si tu no estuvieras, pero estás, que es lo mejor.

Así fue mi noche con Giorgina: intensa, dura, salvaje, estimulante...perfecta. Me enamoró su manera tan fina de comportarse tras esa camiseta blanca bien ceñida y unos vaqueros bajos que dejaban ver el inicio de sus dos rosas. Trabajaba en un bar de noche de esos en los que antes había mucho humo (ahora con esta dichosa ley). La vi y la entré, no pude evitar excitarme y sentir un cosquilleo en mi entrepierna al ver su cara y sus hermosos pechos. La esperé a que saliera de trabajar y sin más me llevo a su apartamento y allí, perdonarme la expresión (que chorradas digo) FOLLAMOS, sí, sí con mayúsculas: FOLLAMOS. ¡Qué placer! ¡Cómo me ponen las chicas que las matan callando! Tanto, que cuando me susurro buenos días por la mañana, quise morir porque no sólo me dio un cosquilleo en el pene, sino que también en la tripa, y llamarme cobarde, pero es que servidor le tiene miedo al amor. Por eso me levanté, me duché y cuando salí de la ducha la iba a besar, pero ella me rechazó el beso, yo la miré y la dije: "te quiero". Y me fui dejándola sin más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario